Alejandra Ruiz Martínez
Hace dos semanas, entrábamos en nuestro periódico digital favorito, en nuestras redes sociales, como a diario, y encontrábamos la misma noticia: «Una menor de 9 años se guarda una grabadora en el calcetín para grabar a su padre confesando los abusos a los que la sometía».
En cualquiera de los medios en los que encontrásemos la noticia, podíamos leer algunos detalles importantes del caso: 1) la menor llevaba años denunciando los abusos, 2) el equipo psicosocial del juzgado consideró que el testimonio no era creíble y 3) que la menor seguía visitando a su padre como de costumbre, tras ser recogida por la propia policía en su colegio. Noticias como ésta nos hace cuestionarnos qué nivel de credibilidad merece el testimonio de un menor que denuncia abusos por parte de un adulto.
La credibilidad del testimonio del menor es valorable a través de diversas herramientas a disposición de los equipos de profesionales formados a tal fin. Sin embargo, una incorrecta aplicación de las mismas puede llevar a que los menores se encuentren indefensos frente al abusador o abusadora. No obstante, la importancia del testimonio es mucho más amplia, ya que en gran parte de las ocasiones, no es posible hallar pruebas físicas del abuso, puesto que éste se cometió años antes de la denuncia. En estos casos, el testimonio del menor será la única prueba que poseerá un juez para valorar si se cometió el abuso o no, y cuáles son las consecuencias jurídicas del mismo.
El relato del menor también deberá ser analizado en contextos de separación y divorcio conflictivos debido a la posibilidad de que uno de los progenitores haya podido influir en el recuerdo del menor, introduciendo información en su recuerdo que se adapte más a su propio beneficio que a la realidad de lo sucedido, e incluso pueden llegar a influir de tal modo en los hijos, que éstos pueden revelar un abuso que nunca se cometió. Estas hipótesis se engloban dentro del concepto de sugestionabilidad infantil, que consiste en la posibilidad de introducir información errónea en el recuerdo de un menor y que éste la incorpore a su recuerdo como propia. A pesar de las diferencias entre autores acerca del grado de sugestionabilidad del menor, es una realidad que la posibilidad de influir en el mismo existe, y por tanto que ésta se habrá de valorar en cualquier caso en el que esté en juego la libertad de una persona.
Estos son algunos de los ejemplos en los que se ha de analizar la credibilidad del testimonio del menor, materia fundamental para la criminología, al igual que el estudio de los mecanismos que utiliza el abusador para que el menor no revele el abuso o para que permita llevar a cabo esas acciones abusivas.
Estimada colega, interesante artículo pero el asunto es más complejo de lo que en principio parece. Casualmente llevo unos meses con un caso similar al mencionado en el periódico y créame que se aprende mucho. Normalmente el equipo psicosocial judicial (como lo denominan en el artículo) no es más que unos psicólogos o psicólogas clínicas, que «aplican» el protocolo SVA o CBCA para determinar la veracidad de la menor. En la mayoría de ocasiones, eso es determinante para la sentencia de un juez, haciendo caso omiso del resto de profesionales (psicólogos, médicos, criminólogos…). Luego por otro lado el propio psicólogo forense Antonio Manzanero hace especial énfasis a que conforme pasa el tiempo, la veracidad del testimonio se ve afectada por falsos recuerdos que el propio cerebro va elaborando en el sujeto siendo este inconsciente en ese sentido y donde en primera instancia dijo ver un coche rojo, al cabo de un tiempo afirma que el coche era de color verde…. Imagine un proceso judicial donde la víctima es una niña de 4 años y todo se basa fundamentalmente en el testimonio, a eso le sumamos la lentitud de la justicia y en este caso, la no protocolarización de estos casos. Una vergüenza, créame. Saludos.
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Desde luego estoy de acuerdo en todo lo que comentas, pero incluso dentro del equipo psicosocial hay grandes fallos en cuanto al tratamiento del menor. El espacio para un articulo de opinion es escaso, por lo que no pude escribir ampliamente sobre el tema. Las memorias falsas no se crean con el paso del tiempo así como así, sino que hay interferencias por parte de los progenitores, los propios profesionales que trabajan con el menor o cualquier persona que trate con el mismo, de modo que va incorporando información al suceso que realmente no es fiel a la realidad. De ahí la necesidad de una formación específica al respecto y unos protocolos adecuados de entrevista y para el trato con los menores.
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