No se están tomando medidas efectivas para atajar el fenómeno del bullying en los centros escolares. Es la conclusión que podemos extraer de los casos que se siguen dando en todo el territorio nacional día a día. En menos de un mes, una chica se ha suicidado y otro joven casi lo hace aquí, en Murcia.
La última medida adoptada en la Región ha sido la incorporación de enfermeros en distintos centros educativos. Vaya por delante que no criticamos esta medida; la presencia de estos profesionales puede ser de enorme importancia en situaciones como la vivida hace poco en Villena (Alicante), en donde un alumno apuñaló a varios compañeros. Lo que sí criticamos, y mucho, es que se quiera creer que con la incorporación de esta figura se puede atajar la lacra del bullying. No. Rotundamente no.
El acoso escolar es un problema muchísimo más complejo. Primero, porque no se limita a daños físicos; cada vez las heridas son más psicológicas y emocionales, especialmente gracias a la ampliación de este infierno a través de las redes sociales. Segundo, porque la actuación del enfermero es a posteriori; “para curar”; para trabajar tras producirse la herida o contusión. Tercero, porque –incluso contando con medidas como la expulsión–, no trata al bully, al acosador, perpetuando así el problema. Tenemos que intervenir antes, de forma que podamos prevenir este terror que viven muchos niños y sus familias día a día. Eso es lo imprescindible.
Esta carta no busca pedir criminólogos o atacar a los enfermeros. Esta carta solo pide que se tomen medidas realmente efectivas para acabar con este gran problema.